Barbie: Neutralizando la disidencia (2)
Tirar la piedra y esconder la mano, y esconder la piedra.
Hola gentes,
Nos apeamos en el anterior post acompañando a Barbie (junto a Ken) en su viaje al mundo real, para descubrir porque le asaltan pensamientos sobre la muerte.
Este es el conflicto interno principal de la película, la angustia de un juguete de plástico que empieza a pensar en la mortalidad (en clave existencialista), o como diría Gil de Biedma: “Que la vida iba en serio uno lo empieza a comprender más tarde”.
Esta trama, que puede articularse en diferentes fases de nuestras vidas, como un “coming-of-age” o como un “midlife crisis” entre otras, es hacerse mayor. También es la brecha que se abre cuando te topas con el libre albedrío, y es también terreno conocido para Gerwig, que con diferentes iteraciones ya exploró en Mujercitas y sobre todo en Ladybird . También para Baumbach: Mientras seamos jóvenes o The Meyerowitz Stories contienen trazas de este conflicto. Pero es que también los dos personajes interpretados por Gerwig en las dos películas que firman juntos como guionistas, Frances Ha y Mistress América tienen el mismo conflicto interno.
Barbie y Ken atracan en el mundo real, en Venice Beach concretamente. Un apunte anecdótico para los que habéis paseado o conocéis Venice Beach. ¿No es bastante desacertado de guión que la gente se sorprenda al ver sus atuendos? Si hay algún lugar en el mundo en el que NADIE se sorprendería de cómo vas vestido, ese lugar es Venice Beach.
A partir de aquí la película encuentra sus mejores momentos. En una serie de gags muy afinados, Ken descubre lo que es el patriarcado. Ryan Gosling está muy cómodo en el registro paródico, y empieza a abrirse paso la paradoja de que en una película feminista, el personaje más interesante, o por lo menos el que tiene un mayor conflicto durante el resto de la película sea Ken, mientras Barbie se convierte en uno de esos personajes (un poco en la onda de Forrest Gump o Zelig) que permanecen relativamente pasivos a su conflicto, espectadores y receptores de lo que sucede a su alrededor.
Seguramente la estrategia aquí sea precisamente esa, apuntar a la sororidad de los demás personajes femeninos que ayudarán a resolver el entuerto a Barbie pero en cualquier caso dejan el conflicto interno de Barbie desvaído.
Y aquí me gustaría detenerme un poquito para señalar una de las escenas clave de la película, y a la postre un quiebro de guión que les permite a Gerwig y Baumbach aflorar la crítica sobre el legado de Barbie, que de alguna manera todos estábamos esperando, para un poquito después, hacerla desaparecer de la trama. Visto y no visto.
Mientras Ken está aprendiendo lo que es el patriarcado, y después de ver unas cuántas bromas a costa del CEO de Mattel y de la sala de señoros que es la mesa de directivos, con la pizca exacta de autocrítica feminista liberal (¡que hay de lo mío!) que Mattel puede asumir, Barbie encuentra a su adolescente propietaria (Sasha) en un instituto. Recordemos que, en teoría, Sasha le está causando sus problemas existenciales, maltratándola en el mundo real. Barbie se acerca naive.
Darle al play, son sólo 3 minutos y hay chicha aquí que comentar:
Lo primero a subrayar es la advertencia que recibe Barbie. Sasha es mal rollo, Sasha es una persona enfadada y agresiva. No-casualmente Sasha y sus amigas están todas vestidas de oscuro/negro, no-casualmente Sasha ejerce un poder tiránico sobre la amiga que dice que a ella sí que le gustaba Barbie, fulminándola con una mirada inquisitorial. La crítica política que se va a ejercer de Barbie viene desde el enfado de una chica en la pubertad. Esa manoseada idea de encapsular a la gente crítica como personas enfadadas y gruñonas, frente a la hegemonía, que siempre es luminosa y feliz. Pero aún así, como espectadores, seguimos apostando por Sasha.
Y llega el desahogo que esperábamos. Sasha dice que Barbie, desde su invención, ha hecho sentirse mal a las mujeres sobre sus cuerpos. Sigue Sasha, Barbie abandera la sexualización capitalista de las mujeres, un retroceso de 50 años del feminismo y una glorificación de cultura consumista. Lo remata, Barbie es fascista.
Aquí, como vimos con la aparición de “Weird Barbie” en el primer post, la película dobla la apuesta y parece que nos enfrentaremos a ese poderoso conflicto. ¿Cómo se reconciliarán las dos ideologías claramente antagónicas? ¿Conseguirá Sasha reformar Barbieland? ¿La neutralizará/convencerá Barbie? A estas alturas, obviamente nadie en su sano juicio piensa que Sasha va a conseguir destruir Mattel Barbieland. Tampoco que Barbie convenza a Sasha de las bondades de Mattel Barbieland sería muy creible, demasiado plumero a la vista.
PERO, en negrita y mayúsculas este PERO, lo que ocurre poco después es una tirada de piedra y escondida de mano antológica. Atentos a estos 2 minutos.
Atiza. Descubrimos que no era la adolescente politizada la que le estaba creando los problemas a Mattel Barbie sino que era su madre, Gloria, que esta pasando por una crisis de la mediana edad, con una vida y un trabajo aburrido, y una hija que la odia. Ahora si, a esto si que se puede enfrentar Mattel Barbie y salir victoriosa. Además de llevarnos de vuelta al tropo favorito de Gerwig y Baumbach.
Ahora el conflicto de la hija con Mattel Barbie ha pasado a un segundo plano, un quítame-alla-estas-pajas, y el nuevo conflicto de Sasha pasará a ser que su madre vuelva a encontrar el sentido de su vida. Sasha sacrificará sus ideas políticas por la institución familiar, por el amor materno-filial. Si me permitís, y un poco a la bruto que soy maño, y aunque lo que plantea la peli es un falso dilema, entre el antifascismo y mi madre, elije a su madre.
Mirad que caruchi le pone Sasha a su madre quince minutos después de despotricar sobre el legado de Barbie.
Dice un colega, que no da puntada sin hilo, que la elección de dos actrices latinas para los papeles de Sasha y Gloria sirve para reforzar esa idea, ya que presumiblemente en las comunidades latinas (¿católicas?) la familia es lo más importante. Podría haber algo ahí, lo dejo a vuestro criterio.
También colateralmente, al desplazar el foco a la madre, se consiguen dos cosas. Por un lado aislar la crítica a una cuestión generacional (y casi hormonal), a la par que opaca la crítica sostenida durante décadas a Barbie ubicándola en la generación presente. Por el otro, reavivar la nostalgia del esplendor de Barbie del pasado, y actualizar su mitología al presente, el corazoncito de las mamis sigue latiendo.
Y por rematarlo, y ya lo dejamos por hoy, el desarrollo de la trama de Sasha es aún más infame para los que teníamos esperanzas en la revolucionaria chavala. Durante el transcurso de la película y a la vez que Sasha sacrifica sus ideas por hacer feliz a su madre, poco a poco, se dará cuenta que Mattel Barbie es la verdadera utopía feminista y que merece la pena luchar por recuperarla. Como si las críticas de Sasha (de los espectadores críticos) se hicieran desde la ignorancia o la desinformación. ¡No sabíais lo que REALMENTE representa Mattel!
Y luego que si la juventud no-se-qué.
Más en el siguiente capítulo.
Aguantad un poco que ya llevamos 56 minutos de peli y tengo el tanque de gas en reserva.
Un libro:
La semilla inmortal (2006) - Jordi Balló y Xavier Pérez
Hay decenas de manuales de guión que van con las luces cortas, y que sólo son notas al pie de la Poética de Aristóteles. Los hay también de luces largas, manuales o libros que tratan de abrir el campo de la escritura, eliminando el exceso de andamiajes que fosilizan los guiones. Y luego hay rarezas, como La semilla inmortal, un libro taxonómico, con afán totalizador, que clasifica los argumentos universales en el cine, y su relación con las narraciones literarias fundacionales.
Aquí el cuadro resumen del libro. No es una lista excluyente, cualquier película puede tener varios de estos argumentos en ella, de mayor o menos importancia. Y como sois muy listos, ya habréis adivinado que os traigo este libro para que os entretengáis situando Barbie donde corresponda.